Todos nos hemos preguntado alguna vez si estamos solos en el universo, si somos una casualidad única e irrepetible o si por el contrario el cosmos está infestado de civilizaciones esperando a ser descubiertas. La ciencia nos muestra que la vida apareció en los océanos del planeta tierra en algún momento entre hace unos 3.500 y 4.000 millones de años en forma de organismos simples unicelulares. A partir de entonces comienza un proceso de evolución donde la vida prospera y las especies evolucionan a organismos cada vez más complejos y mejor adaptados al medio. Del mar la vida pasa a la tierra y aparecen los reptiles, entre ellos los conocidos dinosaurios. Más tarde aparecen los primeros mamíferos, que unido a la desaparición masiva de los grandes reptiles, se expanden rápidamente por el planeta hasta llegar la aparición del homo sapiens, el ser humano, hace aproximadamente un millón de años, y con él, la quizás mal llamada, vida inteligente. Y por último las civilizaciones, hace escasamente unos pocos miles de años.
La pregunta crucial es si este proceso se ha producido exclusivamente en la Tierra o por el contrario es algo que se repite en otros planetas. Y si es así, cada cuánto ocurre. ¿Es la inteligencia un proceso natural que aparece con el transcurso del tiempo en cualquier planeta con las condiciones apropiadas para la vida?, o es quizás la consecuencia de una serie de casualidades difícilmente irrepetibles?. A día de hoy todos podemos tener nuestra opinión y nuestras preferencias, pero nadie sabe la respuesta a ciencia cierta.
A priori lo único que podemos hacer es especular, y ver que condiciones son necesarias para la aparición de una civilización inteligente en un planeta. Por supuesto lo primero que necesitamos es un planeta, creo que hasta aquí estamos todos de acuerdo. Prácticamente cada pocos meses se anuncia el descubrimiento de un nuevo exoplaneta (planeta que orbita alrededor de una estrella que no es el Sol). Hasta junio del 2010 se han descubierto 463 planetas extra solares. Parece que la existencia de sistemas planetarios alrededor de las estrellas es algo bastante frecuente, teniendo en cuenta que cada galaxia tiene miles de millones de estrellas, y el universo tiene miles de millones de galaxias. Por lo tanto disponemos de un amplio rango de planetas donde las civilizaciones pueden aparecer.
Pero si echamos un vistazo a nuestro propio sistema solar, vemos que no todos los planetas son aptos para el desarrollo de la vida. Según parece, tan solo la Tierra, y quizás, Marte millones de años atrás, resultan buenos candidatos; el resto o son demasiado fríos, o demasiado calientes, o sus componentes químicos hacen imposible la aparición de la vida, al menos tal y como la conocemos.
Para que un planeta pueda desarrollar vida tiene que tener la temperatura adecuada, por lo que no puede estar ni muy cerca ni muy lejos de su estrella. También tiene que tener los componentes químicos idóneos para que el desarrollo de la vida sea posible. Como vemos el rango de planetas candidatos para la vida se reduce bastante, pero aún así sigue siendo muy amplio.
Desconocemos como se inició la vida en la Tierra. Solo sabemos que se produjo al poco tiempo de la formación del planeta. Puede que fuera un proceso relativamente fácil, que fuera una extraordinaria casualidad, o incluso que llegara del espacio exterior dentro de un asteroide. Una vez la vida aparece, el planeta tiene que mantener cierta estabilidad para que la evolución pueda hacer su trabajo y distintas especies aparezcan. Si el planeta está siendo continuamente bombardeado por grandes meteoritos es imposible que las especies puedan sobrevivir lo suficiente como para evolucionar hasta la vida inteligente.
En nuestro sistema solar Júpiter hace el papel de pantalla protectora, haciendo que la mayoría de meteoritos que podrían chocar contra la Tierra se estrellen contra el gran planeta gaseoso; luego hay que esperar a que una de esas especies desarrolle un cerebro o un órgano similar que la dote de inteligencia, y con ella una conciencia capaz de preguntarse de donde viene y cómo ha aparecido en el planeta. El último paso sería que ese ser inteligente, se agrupara para construir una civilización que le permitiera desarrollar una tecnología, y que le mostrara que su hogar no es más que un planeta que orbita alrededor de una estrella, dentro de una galaxia entre billones de galaxias que pueblan la inmensidad del espacio. En ese momento es cuando ese ser se preguntaría si hay alguien más ahí fuera.
Como vemos, para que se desarrolle una civilización inteligente se tienen que dar muchas condiciones, pero por muy difícil que sea, según los últimos estudios, en el universo hay unos 70 sextillones de estrellas, sextillón arriba sextillón abajo, o lo que es lo mismo, un 7 seguido de 22 ceros, es decir 70000000000000000000000. Ya hemos visto que la aparición de sistemas solares es algo frecuente en las estrellas. Así que ante tal cantidad de planetas en el espacio sería lógico pensar que tiene que haber muchas civilizaciones extraterrestres, ¿por qué entonces no hay rastro de ellas?.
El programa SETI (Search for Extra Terrestrial Inteligence) lleva escaneando el espacio en busca de señales de civilizaciones desde los años 60 sin ningún éxito hasta la fecha, ¿dónde están las señales de los programas de televisión de los alienígenas?, ¿por qué no hay rastro de ellos?. La respuesta podría estar en las limitaciones de las leyes de la física.
La teoría de la relatividad de Einstein nos dice que nada puede viajar más rápido que la velocidad de la luz, la cual es de 300.000 kilómetros por segundo. Así a primera vista parece una velocidad muy rápida, pero si la ponemos en el ámbito del universo es una velocidad muy pequeña. Por ejemplo, la estrella más cercana al sol es Alpha Centauri (A.C) que se encuentra a algo más de 4 millones de años luz, o lo que es lo mismo, una nave que saliera de la Tierra a la velocidad de la luz tardaría 4 años en llegar a Alpha Centuri. En primera instancia, podría parecer que es un tiempo razonable para hacer una excursión, pero la ley de la relatividad nos dice que ningún objeto con masa puede alcanzar la velocidad de la luz. Así que de primeras Einstein nos dice que si queremos ir a alguna parte, tenemos que hacerlo a menor velocidad de la luz, ¿pero a cuánto menos?. Pues eso ya es una cuestión de tecnología e ingeniería, pero se sabe que cuanto más queremos acelerar un objeto más energía debemos transmitirle, con lo que para acelerar una nave a velocidades cercanas a la velocidad de la luz necesitaríamos mucha más energía de la que existe en el Sol por ejemplo.
Obviamente el ser humano está muy lejos de alcanzar esa tecnología si tal cosa es posible, pero puede que en unos cientos o miles de años nuestra tecnología sea capaz de crear naves espaciales capaces de ir digamos a una décima parte de la velocidad de la luz. Y eso siendo muy optimista. Pero como imaginar, de momento, es gratis pues nos lo podemos permitir, y aún así tardaríamos 40 años en llegar a Alpha Centuri. Un viaje largo aunque posible.
Sin embargo la teoría de la relatividad nos tiene preparada otra sorpresa para aguarnos los viajes interestelares, el efecto de dilatación del tiempo. Cuanto más rápido viaja un objeto, más lento transcurre el tiempo desde el punto de vista del objeto, así que para los tripulantes de nuestra nave a Alpha Centauri pasarían 40 años, pero para los habitantes de la Tierra pasarían cientos o quizás miles de años. De manera que cuando fuéramos a despedir a los tripulantes de la nave en su partida hacia A.C. en Cabo Cañaveral (o en Torremolinos quién sabe), aún sabiendo que los tripulantes alcanzarían su destino en 40 años, nosotros no tendríamos noticias suyas hasta muchísimo tiempo después.
Esto sería un supuesto viaje a nuestra estrella más cercana, pero sería mucha casualidad que justo allí hubiera otra civilización que nos diera la bienvenida. Ya hemos visto que el desarrollo de vida inteligente depende de muchos factores, así que, por probabilidad, la civilización más cercana podría estar a miles o millones de años luz. Aunque dada la limitación de la velocidad de la luz y el efecto de dilatación del tiempo de la relatividad, el contacto con ellos sería prácticamente imposible. Es como si en el planeta Tierra la velocidad límite para cualquier objeto fuera de 10 kilómetros por hora; seguramente aún no habríamos descubierto América y los apaches seguirían cazando búfalos en las praderas.
La ciencia sigue avanzando y quizás el descubrimiento de alguna nueva ley física resuelva estos problemas. Pero a día de hoy parece ser que incluso en el supuesto caso de que el universo estuviese poblado por una infinidad de civilizaciones, permaneceríamos igualmente aislados unos de otros sin poder comunicarnos.
Miguel Correyero Martinez
Recomiendas alguna lectura en particular? El 'Universo elegante' es un gran libro, facil de leer y bastante claro en este aspecto. Cual más, tú que sabes del tema?Hawkins?
ResponderEliminarEl mejor libro de física para profanos es por supuesto "Breve historia del tiempo" de Stephen Hawking, imprescindible en biblioteca de cualquier aficionado a la ciencia
ResponderEliminarSin duda un libro que me fascinó , entre otras cosas porque el autor y es un gran cientico y ademas, y muy importante, un gran comnunicador, es: Billones y Billones' de Carl Sagan. Toca varios temas historia, sociedad, cambio climatico,astrofisica,en sentido de nuestra existencia y lo mas importante el sentido de su vida, la historia de su vida!. Todo explicado de forma tan simple para que un niño de 10 años lo entienda . Gran Libro!!
ResponderEliminarUn saludo