El Nobel de física en 1997 y ministro de Energía de Estados Unidos, Steven Chu, tiene una solución barata para luchar contra el cambio climático: pintar de blanco o colores claros los tejados y otras superficies planas, como las carreteras, estas del color del cemento ya que sino cegarían al conductor. Sostienen que si se pintasen de colores claros, reflejarían, en lugar de absorber, la luz del sol y contribuirían a combatir el calentamiento del planeta.
Se conseguiría una reducción de las emisiones de CO2 similar a la que se obtendría prohibiendo la circulación de todos los coches del mundo durante once años.
El año pasado, Rosenfeld y otros dos físicos de ese laboratorio calcularon que cambiar los colores de las superficies en cien de las mayores ciudades del mundo ahorraría el equivalente de 44.000 millones de toneladas de dióxido de carbono.
Fuente: El Mundo
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